miércoles, 23 de enero de 2013

LA GUERRA DE LA INDEPENDENCIA




 CAP 4: Como enchufar a tu hermano y que se note.

(viene de aquí)
Y los próximos meses José estuvo un poco depre, esperando acontecimientos y siguiendo por twitter la que se estaba liando en lo que iba a ser su nuevo país, que ya os contaremos más adelante, ¡pero telita la que se había liado en España! Que si batallas, resistencias, sitios, guerrillas, vamos una guerra con todos los complementos…
Así hasta que en Julio su hermano le envía la Constitución de Bayona, ya como último trámite para ser coronado rey y José, fingió leerla así por encima, aunque era un tostón, porque había un notario mirando y queda raro firmar algo sin fingir leer antes, que parece que no te interesa ni ná… y ya le dio luego a “acepto los términos y condiciones de reinado” y con todo listo, le dijo a la parienta que empezar a a embalar todo que se mudaban a Madrid…
-¿A Madrid, Churri? No sé, no sé si me va a gustar esa ciudad, que ya sabes que dice la Beckham que huele a ajo…
Y el 20 de Julio entra José en Madrid, con el país en plena guerra, la peña picadísima con todo lo que fuera francés, sonara francés o hubiese estado alguna vez en Francia aunque fuese de vacaciones… Así que entró con unas medidas de seguridad que ni el Papa, bueno, el papa si que el papa tiene un papamóvil blindado y José Papamovil no tenía ni se había inventado los cristales blindados pero por lo demás: la poli, los antidisturbios, te pedían el DNI y habían prohibido cabalgar por el centro…
La pena fue que la comitiva quedó muy deslucida porque no había ni un alma aplaudiendo, ya sabéis, ondeando unas banderitas, tirando confeti, gritando un ¡viva el rey! Esas cosas que quedan muy bonitas de ver cuando llega un nuevo monarca a un sitio, pero nada…
Eso ya fue lo que terminó de sumir a Giuseppe en la tristeza, por la noche antes de ir pa cama, mirándose en el espejo del Baño recordaba lo bien que estaba en Nápoles, y a su amante Napolitana, que en Madrid ni de coña se le iba a ocurrir buscarse una amante, que tal y como estaba el patio lo mataba durante el cigarrito de después fijo, fijo…
De todas maneras José también era un tipo decidido así que se propuso que se iba a tomar en serio lo de ser rey y lo iba a hacer muy bien, muy bien, muy bien, y además se iba a ganar el cariño de los españoles “¡Claro que si Giuseppe!- se decía -¡porque tú lo vales!”
Pero a pesar de esta motivada que se metió la realidad, que es muy puta, no le dejó fantasear mucho tiempo, porque a los dos días las tropas francesas tuvieron una derrota del 15 en Bailén, (de la que hablaremos más adelante, que merece la pena conocer) y tuvo que huir a Miranda del Ebro… Allí volvió a tener esa conversación consigo mismo y volvió a subirle la moral, se compró una molesquín y en ella anotaba ideas para caerle bien a los españoles. Le llamaba Mi cuadernillo de ideas para caerles bien a los españoles y tenía puestas cosas como por ejemplo:
-A los españoles les gustan mucho las fiestas. Hacer fiestas.
-Los españoles con un cubata en la mano se creen que lo saben todo, darle muchos cubatas a los españoles que piensen un poquito como yo.
-A los españoles le gusta mucho tomarse algo en las terrazas. Hacer muchas plazas para que los bares puedan poner terracitas.
-Los españoles se pican mucho con el tema impuestos. Mirara algo para reducir las cargas fiscales y racionalizar la Administración real.
Y cosas así. Pero se le olvidaba a José que como le caigas mal a un español así de entrada vas listo para cambiarle de opinión. ¡Si es que somos mucho de primeras impresiones! Así que cuando intentó llevar a la práctica estas medidas lo que consiguió fue agudizar el ingenio patrio para poner motes, que en eso, cuidadito, ¡somos primera potencia! Y la peña andaba llamándole Pepe Plazuelas o Pepe Botella… ¡unas risas! Mazo de monólogos sobre él y no había squetch humorístico en el que no lo imitaran…
La estancia en Mirando del Ebro tampoco se prolongó mucho, porque como estaba el tema belicoso y venga tiros por todos lados pues se consideró que la vida del recién estrenado monarca también corría peligro allí asi que en Septiembre se tuvo que pirar a Victoria. Eso sí, con la Tontería se estaba haciendo un tour por el norte de España guapo, guapo…
Lo que pasa es que a Napoleón cuando le cuentan que la cosa en España se estaba complicando tanto y que su hermanísimo se tenía que mudar casi cada mes coge un cabreo de muy señor nuestro…
-¡Pero será posible que seáis tan inútiles, pardiez! No si voy a tener que ir yo en persona… ¡es que ya no puede uno delegar, no puede… Os mando ahí para que me zanjéis el asunto de la guerra y me tenéis a Giuseppe de aquí p’allá que parece Labordeta!!
Y vino él en persona, a ver si zanjaba el tema de la guerra en la península que ya se le estaba haciendo larga de más, ya os contaremos los pormenores de la visitilla, que tiene miga… pero resumiendo después de que viniera el emperador a dar candela José pudo por fin volver a Madrid.
-Oye, Napo, Gracias, tío… ¡es que como son estos españoles, como son!
-Mira, Jose, que somos hermanos y no quiero picarme pero... ¡ahora vigílame esto por Dios! Que si supieras la liada toda que tengo montada en Europa… No quiero agobiarte ahora con mis problemas pero pon un día las noticias en el canal internacional y vas a flipar, ¡que salgo yo casi todo el tiempo! Y… ¡leñe! Contrólame esto que uno es emperador pero también es persona y no puede estar en todo. ¡A un emperador de la France también le gusta tener sus minutillos de relax, eh!
Y se fue Napoleón y José puso en marcha sus medidas, ¡que eran buenas, eh! Pero la gente a esas alturas de la película tenía mucha ojeriza a todo lo francés… y además ya le habían cogido gustillo a lo de insultarle y no había respeto ninguno hacia él. Así que cada abuso del ejército francés lo acababan pagando con José, que a lo mejor de cara a la batalla no influía mucho, pero era una forma de desahogarse como cualquier otra.
José, que seguía empecinado en hacer amigos, empezó a buscarlos entre los afracesados que era como se les llamaba a los españoles que no odiaban a muerte todo lo que venía de más allá de los pirineos y estaban dispuestos por lo menos a escuchar las ideas que proponía el nuevo monarca para ver si eran mejores que las de los borbones. Pero… ¡casi no había! Porque estaba muy mal vista esa posición... Y esto jodía mucho a José, que cada vez se sentía más solo y más desilusionado con el trono, que estaba todo el tiempo poniendo en el Facebook estados depresivos y compartiendo fotos cursis de gatitos con frases como “Quien tiene un amigo tiene un tesoro” “dale me gusta si tú también crees que te infravaloran y no ven tus buenas intenciones” “comparte esta foto si un país te ha defraudado” Y ya en enero la situación se hizo insostenible y le mandó un mensaje privado a su hermano quejándose de todo.
“Napo, estoy fatal, supe triste… que tu sabes que yo soy de buen corazón, que lo pongo todo por la gente y aquí no hay ni un solo español que muestre afecto por mí , solo un poco los que me acompañan, por eso que el roce hace el cariño, pero… ¡jopé! No me dejen darme a conoce y demostrarles que soy muy buena gente, un tío mu majo, como dicen ellos… Nada, no tengo ni un único partidario… ¡todos parecen odiarme!”
Y Napoleón le contesto con algo así como:
“venga, brother, no te rindas! Lo que te pasa a ti es que eres muy bueno, un peazo de pan, y claro, la peña no te toma en serio… ¡pero te vas a ganar el afecto, ya verás! Si buenos somos los Bonaparte cuando queremos algo! Recuerda que el que la sigue la consigue… ¡Besis!
Y José, que era mucho de sobreponerse a la tristeza y animarse en seguida pues… ¡borrón y cuenta nueva! Y así estuvo un par de añitos, haciendo reformas que beneficiasen al pueblo a ver si por esas se ganaba su afecto y aprobación, aunque ya os avanzamos que no… Pero se tomó tan a pecho lo del reinado que en el 1810 incluso dirigió personalmente al ejército francés en la campaña Andaluza.
Tenía días súper motivados, sobre todo cuando se empezó a liar con alguna española, que a José siempre le habían perdido las mujeres, y pensaba que si ya había quien se animase a ser su amante igual no estaba todo perdido que igual que conquistaba el afecto que de una Española podía conquistar el de España entera, era así muy de grandes ideas el tío... Pero nada, ¡que no había manera! Que en cuanto se descuidaba ya estaba poniéndole motes y riéndose de él a sus espaldas ¡y así no!
Dejó el País en 1811 para ir a París al bautizo del hijo de Napoleón y ya con el café volvió a rallar a su hermano.
-¡jooo! Napo… ¡que no se me da nada bien lo ser rey de España! ¡Déjame renunciar, anda! ¡Déjame! De hecho renuncia tu también si es que… ¡pa que quieres ese país? Si ya tienes mazo de terrenos…
-Mira, José, ¡que me tienes hasta las pelotillas! ¡Que me estás dando el bautizo! ¡Que aquí no va a renunciar nadie! Y que España la vamos a conquistar sí o sí. Es cierto que la cosa se nos está prolongando un poco, pero ya dice un refrán que oí yo por ahí que “Zamora no se conquistó en una hora” Así que ya el tiempo pondrá a cada uno en su sitio.
Y vaya si lo puso.
Total que José volvió aquí a nuestra piel de Toro a lidiar con más guerras y más rollacos. Cuando se promulgaron las cortes de Cádiz (de las que también hablaremos más adelante… ¡¡estamos dando mazo de Spoiler en este capítulo, eh!!) Pensó que por fin alguien con talante en España, que igual por ahí podía empezar a hacer amiguitos, que lo de redactar una constitución era mazo de progre y mazo de liberal e intentó hablar con la peña para ver si podía dar ideas, ir luego a tomar un coffe juntos y esas cositas, ¡pero nada! ¡Que se pasaban mazo con él! Que ya veis que tampoco era tan mala gente el chaval, que tenía buenas intenciones pero era un no parar de ignorarle todo kiski… Además eso coincidió con un montón de derrotas francesas y bueno… la peña se venía arriba y el odio al francés pues cada vez mayor. Ahí empezó otro periplo el pobre monarca tratando de mantenerse más o menos fuera de peligro: de Madrid a Valencia, de Valencia otra vez a Madrid, de ahí a Victoria, hasta que en Diciembre de 1813 Napoleón se da por fin cuenta de que lo de España no compensa, firma el tratado de Valencia y el bueno de Giuseppe puede por fin abandonar este país donde taaaanto había pasado de él y tanto se habían burlado…
Y vuelve a París, donde Napoleón le nombre Lugarteniente del imperio. Pasa una época mazo de feliz allí, comiendo Croissants, llevando boina de lado y foulard, ¡esas cosas que hacen los parisienes chic! Y así, entre Francia y Suiza pasa unos años, hasta que Napoleón es definitivamente derrotado en la batalla de Waterloo y todo su clan es expulsado de la France.
¡Y ahí es cuando José es feliz de verdad!
-Ahora si… ¡me piro pa América! Que he leído que es una tierra de mazo de posibilidades, voy a comprarme un ranchito en New Jersey, le voy a llamar Point Breeze que suena así como súper guay y allí quien quiera venir a verme que venga, que pa los colegas siempre voy a tener una cama y algún queso francés, ¡pero no me sacan ni arrastras!
Porque José tenía unos ahorrillos, que quien guarda siempre tiene y él tonto de todo no era así que mientras estaba por aquí fue haciéndose con un pequeño ajuar, sus recuerditos lo llama él, que había sido siempre muy de guardar cositas: que si un cuadro, que si unas moneditas de oro, algo de plata, que si unas plantas preciosas pero muy raras del jardín botánico. Vamos, que cuando se piró de España llevaba ni se sabe cuántos carruajes de cosillas que había ido cogiendo… ¡detalles! Así que cuando se les acabó el chollo a los Bonaparte pues tenía una fortunilla.
Y allí estuvo un montón de años, recibiendo a todo cuando mandatario o ex combatiente del ejército francés quisiera ir a charlar o contar batallitas, que ya hemos dicho que José era muy dialogante. Y en sus ratos libres le escribía Cartas a Napoleón, que estaba exiliado en Santa Elena, contándole sus cositas y leyendo las anécdotas de su hermano.
Pero hasta de una vida tranquila puede cansarse uno, y José siempre había echado de menos Europa, que mola más que América, tiene más museos y más cositas…. ¡mas recuerdos! Así que en 1932 Se muda a Liverpool, y luego a Londres, donde en 1840 sufre una apoplejía que lo deja un poco p’allá. Visto como estaba el pobre de malito el gobierno Francés le deja entrar en el continente, que se lo tenía prohibidísimo por como la había liado su hermano y él siempre siguiéndole el juego… Y se va a Florencia. ¡Menudo periplo el tío! ¡Si es que se hizo más recorridos que los reporteros de Callejeros Viajeros! Y por que se murió ya en 1841 que si no a saber donde habría acabado…

3 comentarios:

raindrop dijo...

Bueno, aquí somos así de cazurrillos, que cuando se nos mete algo entre ceja y ceja no hay quien nos lo saque de ahí, pero este rey hubiera molado más que el botarate de Fernando VII que vino después. Tan "deseado" fue como luego defraudó a todos.
Pero claro, imponer a un rey que es hermano del fulano que te invade el país y te declara la guerra es empezar con mal pie, aquí y en la Cochinchina.

Maeglin dijo...

Eso no era un Rey, era un mochilero de Erasmus. Madre de Deu cuanta kilometrada en sus pinrreles. Espero que el estudio antropométrico de pronador o supinador se lo hicieran bien en el Decathlon de la época si no los tobillos se le van a resentir.

estonoesunblogdehistoria dijo...

Raindrop, es que claro, si no hubiese sido enchufado por el enemigo igual lo hubiésemos mirado con otros ojos...

Maeglin, JAJAJJAJAJA, ahroa me estoy imaginando a José I en Decathlon... jajajaja